Septiembre en la CDMX: un mes, una historia y el corazón de un país



De todas las fechas conmemorativas célebres en México, la del 16 de septiembre, cuando se festeja el inicio de la lucha por la independencia de México (1810), es quizás una de las más emblemáticas y trascendentes, en especial en la Ciudad de México, la quinta ciudad más grande del mundo, cuando la gente suele llenar el Zócalo capitalino, a su vez la segunda plaza pública más grande a nivel mundial, para dar el famoso “Grito de Independencia”.


Y si bien debido al confinamiento este grito será un tanto distinto, a la distancia, vale la pena recordar la relevancia y grandeza de una capital tan única y fuerte como la mexicana. Fundada en 1325 con 300 mil habitantes bajo el nombre de Tenochtitlán, por cierto una población más grande que cualquier ciudad europea de la época, la hoy llamada CDMX no sólo es la más antigua del país, sino también uno de los puntos nodales del crecimiento económico la cultura en toda América Latina.


Su biodiversidad, mezcla y riqueza también la han posicionado como uno de los puntos obligados y queridos del mundo. Es en la capital en donde la diversidad cultural, gastronómica y de pensamiento confluyen en las mismas calles: tacos, mole, carnitas, salsas picosas y pozole en diversas presentaciones son la antesala colorida de un sinfín de tradiciones: mariachi, catrinas, tequila, mezcal, música norteña y picardía que revela nuestro signo espontáneo, vital y creativo más prominente. 


Esto ha hecho de la Ciudad de México (antes conocida como Distrito Federal), el clímax de una evolución en constante desarrollo y construcción. Ahí en donde Santa Fe, Polanco y la zona centro albergan los puntos nodales a nivel empresarial y económico, también se conecta una vida nocturna voyante que abre sus puertas a los ojos extranjeros del mundo. Su clima y su calidez humana detonan el aprecio y el enganche que la hace favorita de latinoamericanos, europeos y norteamericanos, quienes incluso optan por quedarse a vivir en la también llamada “Ciudad de la esperanza”. 


Al ser la más poblada del mundo (más de 20 millones de habitantes), su densidad es también riqueza y diversidad en belleza, dimensiones y patrimonio: el estadio más grande del mundo (Estadio Azteca), la ciudad de América Latina con más palacios (de ahí el mote de “La ciudad de los palacios”), la red de transporte colectivo más grande de América Latina, así como la Universidad más grande de la región (la UNAM), mayor número de museos y punto nodal de la economía. 


Esta condición se ve reflejada en su resistencia financiera que, pese a los grandes desafíos globales y locales, se ha sabido sostener de forma estimable. Recientemente, en el contexto de la pandemia, la Secretaría de Economía recordó que durante el primer trimestre de 2020, México captó más de 10 mil millones de dólares de inversión extranjera directa, un aumento de 1.7% respecto al mismo periodo de 2019. Además, durante todo el año pasado los flujos foráneos que llegaron al país ascendieron a 32 mil millones de dólares, 4.2% más en comparación con lo que se reportó en 2018.


En este sentido, también la entrada en vigor del Tratado México, Estados Unidos y Canadá será crucial para dinamizar aún más y fortalecer los vínculos comerciales del país, dado que es un elemento que hará aún más atractivo al país en cuanto a inversión, pues abrirá áreas de oportunidad para emprendedores e inversionistas de la región.


Todo esto es tan sólo un reflejo de su fortaleza. Incluso hechos en años recientes como los sismos, cambios de régimen y luchas sociales de diversa índole han tenido como protagonista a la unión de las personas y el reconocimiento pleno de sus diferencias de pensamiento, como muestra de esa necesidad dimensional y diversidad al interior de una capital con estas características. 


Hoy, con una infraestructura estimable y una historia y belleza de estas dimensiones, la Ciudad de México sigue siendo el corazón vivo de un país, que comenzó su propia historia un 16 de septiembre de 1810.