Escuela canina en casa: ¿todos listos?



Dicen que el buen juez por su casa empieza. Y las mejores mascotas, también. Un perro es el mejor regalo de vida y compañía que los seres humanos podamos tener, pero requieren tiempo, espacios adecuados y la mejor de las educaciones. 


Nuestra casa es el punto de partida vital para prácticamente todo, ahí aprendemos los valores, el afecto y forjamos esa personalidad que nos hace mucho más empáticos con nuestro entorno, nuestros semejantes e incluso seres de otra especie, especialmente los perros. 


La tendencia de la última década pone una realidad: las parejas y familias modernas (incluyendo las “familias” concebidas como amigos o de gente que decide vivir sola), prefieren tener mascotas y reconsiderar los hijos. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), en el territorio mexicano los niños de 0 a 17 años son el 31.4% de la población total y se estima que para el año 2030 sería el 17.8% y para 2050 apenas el 14.2%.


Los famosos “perrhijos” han venido a alegrar nuestra vida de formas muy completas, sin importar si somos una familia numerosa o somos personas solteras. Y entre los múltiples beneficios y alegrías que implica tener un amigo peludito en casa, la labor de educarlo nos va haciendo mucho más disciplinados, pacientes, empáticos y compasivos. Aunque todo esto, claro, depende de tener el tiempo, espacio y temple suficiente para vivir en armonía con nuestra mascota. 

Lo más importante es el espacio. Los perros son animales que sin problema se pueden ajustar a los lugares, pero su territorialidad los hace que requieran un espacio en específico en donde estará su cama y otro en donde podrían hacer sus necesidades (con el tiempo le enseñarás a que haga cuando lo saques, pero por ahora es importante que sepa en dónde puede hacerlo si no lo sacas). Dile adiós a los mitos de los tamaños de acuerdo a los espacios. Si tienes un departamento con todas las amenidades, pet friendly y a la altura, la educación será casi miel sobre hojuelas para cualquier mascota, sin importar sus dimensiones. 


Enseñarlo a hacer del baño requiere vigilancia y horarios fijos de comida, eso es la clave, además que se aconseja premiarlo por orinar o defecar en el lugar correcto. Un perro, por naturaleza, es un ente juguetón y curioso, además que a una edad temprana el crecimiento de sus diente les dara cosquillas y ansiedad, por lo que deberás procurar juguetes para no tener sólo un zapato o que se busquen problemas por destrozos. 


Las adecuaciones a la casa, además de sus áreas exclusivas, incluyen alejar objetos que lo distraigan o que él pueda identificar como juguete, implementar botes de basura con tapa y enseñarle a no morder cosas importante para ti (un tip: puedes enseñarle que todo lo del piso lo puede morder y lo que no está en el piso, no). 


En un inicio, las repeticiones y las premiaciones tienen que ser casi militares, aunque sin regaños, pero sobre todo tomando en cuenta que un perro siempre volverá intentar “pasarse de la raya”, aunque sea levemente, sólo para cerciorarse de que no se puede. Y esto requiere todo tu temple, cariño y disposición. Si tu mascota te ve firme, todo será más rápido y efectivo. Al contrario, si ve a alguien que duda todo el tiempo, sabrá que se puede llegar lejos. No lo permitas.


Posteriormente vendrá ese vínculo afectivo que es todo diversión, afectos y ruidos enternecedores. Sólo no olvides lo siguiente:


- Déjalo entrar después de los paseos o después de jugar, ya que esto tu mascota lo aprenderá como una señal de que en casa, el deber ser es estar tranquilo. 


- No lo pierdas de vista, especialmente en lugares donde se pueda meter en problemas con otros perros, entrar a otra casa o acercarse a otros humanos. Tu vigilancia es fundamental en las áreas comunes. 


- Regálale juguetes para morder o carnazas mientras está descansando dentro de casa. Esto, además de relajarlo, le ayudará a no morder tu ropa o confundir tus objetos con juguetes.